La temporada lírica del primer coliseo bonaerense prosigue con la maravillosa versión musical del mito de Don Juan legada por Wolfgang A. Mozart, interpretada por un elenco caracterizado por su juventud y su talento. Este domingo 2 de mayo, a las 17, en la Sala “Alberto Ginastera” del Teatro Argentino de La Plata, subirá a escena la ópera “Don Giovanni”, con música de Wolfgang Amadeus Mozart y libreto de Lorenzo da Ponte.
Habrá nuevas funciones el jueves 6 y sábado 8 de mayo, a las 20.30, y el domingo 9, a las 17.
La dirección musical estará a cargo de Andrés Juncos y la puesta en escena de Daniel Suárez Marzal. La escenografía le corresponde a Nicolás Boni, el vestuario a Mini Zuccheri y la iluminación a Manuel Garrido y Gabriel Lorenti. El Coro Estable cuenta con la preparación de Miguel Martínez.
El reparto estará integrado por Fernando Radó (2, 6 y 9) y Luciano Garay (8) como Don Giovanni; Ricardo Seguel (2, 6 y 9) y Christian Peregrino (8) como Leporello; Santiago Burgi (2, 6 y 9) y Gustavo De Gennaro (8) como Don Ottavio; María Bugallo (2, 6 y 9) y Daniela Tabernig (8) como Donna Anna; Carla Filipcic Holm (2, 6 y 9) y Graciela Oddone (8) como Donna Elvira; Sonia Stelman como Zerlina; Fabián Veloz (2, 6 y 9) y Mariano Fernández Bustinza (8) como Masetto y Mario De Salvo (2, 6 y 9) y Oreste Chlopecki (8) como Comendador.
¿Qué hace de “Don Juan” una ópera única?
Por Daniel Suárez Marzal
Tanto Kierkegaard, que la considera la única expresión operística acabada, como una multitud de filósofos y musicólogos han colocado a “Don Juan” de Mozart en un lugar muy especial. Algunos “distribuyen méritos” y le adjudican a Da Ponte parte de la responsabilidad en el milagro.
Sin entrar en disquisiciones, el género operístico y hasta quizá la música en general, estarían todavía esperando el Mesías si Don Juan no hubiese nacido.
Como Fausto, Don Juan es un mito; es decir una figura de no muy claro nacimiento, pero de imposible desaparición.
Tuve la suerte de vivir diez años en Sevilla, mientras dirigía su Centro Andaluz de Teatro. La gente sevillana sigue hablando de Don Juan como de un vecino. “Le vi ayer, iba fumando por el barrio de Triana” dice alguno y la “casa de Don Juan” tiene domicilio preciso.
En ningún otro lugar pudo haber nacido Don Juan. Sevilla había sido liberada de los moros en 1254, pero entre esa fecha y 1492, cuando la expulsión fue definitiva en Granada, la coexistencia de la cultura musulmana y la católica fue ineludible.
“Don Juan, el calavera” se llama así porque los jóvenes andaluces ejercían su despreocupada poligamia en las penumbras del cementerio, “pateando calaveras” con las chicas que los días miércoles tenía día libre en los harenes.
Por eso que los juicios acusatorios sobre la moral de Don Juan son tan inconsistentes.
El Don Juan de Mozart está “atravesado” por la pasión, como un llanto del alma insatisfecha. Insatisfacción que no es sólo de Don Juan sino de todos: del Comendador, herido de muerte; de Elvira, la amante que no puede ser la “única”; de Doña Ana, a quien no le va muy bien en sus amores con Octavio y sueña quizá con aquella noche de rapto que Don Juan le propiciara; de Octavio, que llora por no poder calmar a su vengadora novia, Doña Ana; de Zerlina, que seguramente pudo tener excelentes perspectivas junto a Don Juan en lugar de su tosco Masetto. Y también de Don Juan, que llora mientras ríe por no estar satisfecho por la incontinencia de la pasión.
Y como dice Kierkegaard, tal insatisfacción es sólo concebible en un mundo religioso monoteísta, en un mundo con “reglas morales”. Sería imposible concebir este conflicto en el mundo helénico, por ejemplo, donde los dioses eran cómplices de los humanos y hasta gozaban con ellos o más que ellos en pasiones de improbable censura.
Cuando me toca abordar una vez más el Don Juan, después de haberlo dirigido varias veces y haber debutado en mi carrera de cantante con Leporello, no puedo menos que estar feliz de hacerlo con un elenco jovencísimo. Ojalá gran parte del público comparta esta felicidad. Verán a seres pasionales, vestidos igual que ellos y pasando por las dificultades y gozos que la vida nos regala y nos quita a todos, desde el comienzo mismo de los tiempos.
Fuente: Hagaselamusica.com