La soprano estadounidense Catherine Malfitano, una de las mejores intérpretes de “Tosca” de su generación, convertida ahora a la dirección escénica, es la responsable de la nueva producción de esa famosa ópera de Puccini en la English National Opera londinense. Se trata de la sexta producción dirigida por la veterana cantante, que, tras actuar en algunos de los más importantes teatros del mundo, desde la Scala de Milán hasta la Metropolitan Opera House, de Nueva York, debutó en 2005 en esa faceta creativa con “Madama Butterfly” para la Central City Opera, de Colorado (EEUU).
Estrenada en enero de 1900 en Roma, “Tosca”, una de las obras maestras del repertorio “verista” italiano, basada en el drama homónimo del francés Victorien Sardou, con Sarah Bernardt como primera protagonista, combina intriga, pasión y crimen, además de contener algunas de las más bellas arias del compositor italiano.
La English National Opera no había tenido hasta ahora demasiada suerte con sus sucesivos de “Tosca” a pesar de haberlos encomendado a directores escénicos tan conocidos y exitosos con otras producciones como Jonathan Miller o David McVicar.
Esta vez -en que la ópera, que se estrenó el martes, va a poder verse hasta el 10 de julio- va a ser diferente, a juzgar al menos por las reacciones de la crítica, todas ellas muy elogiosas para con el tratamiento dramatúrgico y psicológico de Malfitanto, y pese a una puesta en escena que peca tal vez de excesivamente tradicional y naturalista en lo que se refiere a los decorados.
Fiel al libreto original, el diseñador del decorado, el alemán Frank Philip Schlössman, sitúa los dos primeros actos en la Roma de 1800, durante la invasión napoleónica de Italia mientras se esperan noticias de la batalla de Marengo entre las tropas francesas y las austríacas.
La excepción dentro del naturalismo de los decorados -la iglesia romana donde Caravadossi pinta una María Magdalena mientras en una de las capillas se esconde el ex cónsul de la República romana Cesare Angelotti, y el despacho del sádico jefe de la policía Scarpia- lo constituye el mucho más abstracto tercer acto, que combina el interior del Castel Sant’ Angelo con una visión casi wagneriana del cielo estrellado.
Por cierto que, cantada en inglés, como es de rigor en las producciones de la English National, la famosa aria “E lucevan le stelle” suena un tanto extraña por culpa de la forzada entonación a la que se ve obligado el tenor cuando canta su equivalente en una lengua tan distante de la hermosa y abierta sonoridad del italiano original.
No importa: el australiano Julian Gavin interpreta con intensidad dramática y belleza de timbre al apasionado pintor e idealista disidente antimonárquico, que pagará con su vida su decisión de no traicionar a Angelotti (encarnado por el bajo barítono letón Pauls Putnins).
La soprano surafricana Amanda Echalaz es una Tosca de voz poderosa, textura muy flexible, claro fraseo y totalmente sensible a la línea musical, mientras que el barítono británico Antony Michaels-Moore, ganador en 1985 del concurso Luciano Pavarotti, convence como el siniestro Scarpia.
Al frente de la orquesta, Edward Gardner extrae toda la violencia, expresividad y crudeza contenida en la compleja partitura de Puccini.
Joaquín Rábago
Fuente: EFE 2010