El régisseur brasileño André Heller Lópes está en pleno montaje de la ópera verdiana que se verá en el Teatro Solís abriendo la temporada lírica 2013 del teatro y que significará su debut en Uruguay. Tiene el propósito de que “la puesta sea fuertemente basada en la interpretación vocal y escénica de los cantantes” por eso está desarrollando un intenso trabajo de ensayos al frente de dos elencos.
Son las siete de la tarde y acaba de hacer una pausa antes del ensayo del coro. Todos los solistas salen a descansar y Heller -partitura en mano- ajusta detalles con su asistente, una joven uruguaya que viene del ámbito teatral y que se ha sumergido en el mundo de la ópera con el empuje de este carioca que empezó como tenor y que muy pronto descubrió que su relación con el género no sería desde el escenario sino moviendo todos los piolines y siendo el responsable de todo lo que sucede en el palco escénico.
La charla fraterna y animada revela a un hombre culto y moderno, que respira la ópera en todas sus aristas y que está empecinado en demostrar que es un espectáculo actual. Es que se formó en el Kings College de Londres, especializándose después en la Ópera de San Francisco y la Royal Opera House, Covent Garden, de Londres y tiene una amplia carrera en Europa. Durante varios años comandó el programa de Jóvenes Intérpretes del Teatro Nacional de San Carlos en Lisboa y ha dirigido en Berlín, París, Londres y Lisboa, pero desde hace algún tiempo se radicó nuevamente en Brasil. “América Latina tiene una cosa creativa que es genial. Hay una energía constructiva que es maravillosa”.
Esta temporada ha sido especialmente rica y lo ha paseado por varios países del subcontinente. En su país dirigió una versión especial de Sueño de una noche de verano de Britten, en San Pablo y Río de Janeiro, auspiciado por la Fundación Britten-Pears con motivo del centenario del compositor británico; hizo Ça Ira la ópera de Roger Waters, Die Walküre de Wagner en el Municipal de Río de Janeiro y hará Jenufa en Buenos Aires. A pesar de eso sigue trabajando en Europa. Apenas culmine Macbeth en Montevideo viajará a Salzburgo para ver detalles de su producción de Eugenio Oneguin en la ciudad de Mozart en 2014.
“Arriesgaría a decir que Verdi, siendo un genio universal, reconocía en Shakespeare justamente esa cualidad. Tanto el drama de Macbeth como la comedia de Falstaff (la otra ópera de Verdi programada en el Solís) son textos que impresionan por el profundo conocimiento de la naturaleza humana. Desde las primeras conversaciones con el equipo del Solís -cuenta con entusiasmo en perfecto español- quedó claro que estábamos en sintonía artística. En una obra como Macbeth, el poder es el centro y lo que importa no es la época, es la lucha por ese poder con un trono machado de sangre”.
Con entusiasmo profundiza sobre el tema del poder. Pone ejemplos, ironiza. “Mi idea de la puesta es clara, es algo muy `simple` donde todo se concreta en los artistas en escena: solistas, cantantes del coro y actores. La relación de las personas con el poder es lo más importante en todos los colectivos, sea en un palacio como en la selva, por eso es una puesta `clean`. Me interesa el comportamiento quizás psicópata de los protagonistas”.
Nota extraída de www.elpais.com.uy fuente hagaselamusica.com