A pesar de las entradas a precios prohibitivos y el aura de lujo que tiene, la ópera está en crisis: el Liceo ha visto reducidos sus ingresos para la temporada que viene y ahora busca fórmulas para acercar el espectáculo al gran público y reducir costes con coproducciones con otras óperas. “¿La ópera como arte es rentable? La respuesta es no”, ha dicho a EFE Joan Francesc Marco, director del Gran Teatro del Liceo en Barcelona. En Argentina estamos en una crisis profunda, que no solo es economica sino de direccion y planificacion ya que podriamos apelar a los grandes talentos locales para generar mejores y constantes temporadas. Muchos todavia mantenemos la esperanza, aunque lejana de recuperar el esplendor de epocas pasadas y que con la reinauguracion de nuestro querido Teatro Colon, la Opera en Argentina recupere su brillo.
Como muchas otras formas de arte, la ópera no es un negocio, ni siquiera un negocio rentable y subsiste a base de subvenciones públicas y aportaciones de las empresas privadas, una situación que convierte la ópera en un espectáculo frágil en tiempos de crisis.
“Tenemos problemas porque las aportaciones de las empresas y las administraciones han bajado”, ha explicado Marco que ha valorado que la venta de localidades no ha bajado.
Debido a los recortes en la financiación, el Liceo ha reducido su presupuesto para esta temporada de 58,5 millones de euros a 54,2, ha suspendido la programación del Foyer y ha suprimido la Orquesta de la Academia del Liceo, formada por jóvenes, porque la Generalitat canceló la subvención.
A pesar de las dificultades de los últimos meses, Marco defiende un modelo mixto como el del Liceo, que combina la financiación privada y la pública, por encima del modelo anglosajón, que se basa en la financiación privada, o del europeo, que obtiene la mayor parte de los ingresos de las subvenciones públicas.
“Un modelo mixto privado-público tiene su lógica en esta situación, ha señalado Marco, que ha considerado que no es justo que la ópera, un espectáculo al que no tienen acceso todos los ciudadanos, esté financiado únicamente por las administraciones.
Así, en los últimos años, los grandes teatros han ideado sistemas para llevar la ópera fuera de los escenarios a través de proyecciones en la playa, en salas de cine o en las universidades.
En un panorama fuertemente marcado por la crisis, la coproducción entre teatros europeos es clave para reducir costes sin comprometer la calidad del espectáculo: “El futuro es que dos direcciones artísticas con dos historias diferentes se pongan de acuerdo para hacer un espectáculo”, ha afirmado Marco.
Según el director del Centro de Industrias Culturales de ESADE, José María Álvarez, históricamente, hubo un tiempo en que la ópera era cuestión de empresarios: “Igual que ahora hay empresarios que tienen una sala de cine, antes había quien tenía una ópera”.
El incremento de los costes de producir un espectáculo de este tipo ha cambiado la situación: “Ahora los artistas se ganan mejor la vida que antes y aparece el fenómeno del ‘divismo’ que encontramos en las industrias culturales modernas”, ha comentado Álvarez en una entrevista con Efe.
Tanto Álvarez como Marco coinciden en que la ópera no es puramente un negocio y que, en todo caso, lo más importante no son los presupuestos sino lo que ocurre sobre el escenario.
En este sentido, ahuyentar la imagen de la ópera como algo exclusivo y acercar el espectáculo al gran público se convierte en la prioridad de los grandes teatros de todo el mundo: “Hay un sentimiento de elitismo por parte de la gente que va a la ópera, pero desde el último incendio del Liceo son las administraciones públicas quienes pagan”, ha recordado Álvarez.
Si para Álvarez, popularizar la ópera podría pasar por construir un recinto con capacidad para más público, Marco alerta que a pesar de que “en cultura, la oferta genera demanda”, la ópera va más allá de la actuación sobre el escenario y “si se hiciera en el Palau Sant Jordi, por ejemplo, todo lo que la rodea se perdería y estaríamos devaluando el producto”.
Fuente: EFE 2010