Que la Ópera no sólo goza de buena salud sino que está experimentando un importante auge en la actualidad pese a contar con cuatro siglos a sus espaldas es algo innegable. La proliferación de nuevos centros de difusión operística y los proyectos de reforma ,ampliación o reconstrucción de verdaderos “Templos” de la lírica internacional como el Metropolitan, Covent Garden o el Liceo así lo evidencian.
Pero sin duda este reciente “boom” se sustenta en gran medida en otros factores entre los que despunta sobremanera la enorme fuerza ejercida en este campo por la industria Discográfica e internet.
Esta “coca-colización de la música clásica” (como la denomina N.Lebrecht),con sus múltiples defectos, nos facilita, sin embargo, el acceso a un extensa oferta de grabaciones para deleite del buen melómano, entre las que se cuentan ,además de los títulos habituales, otras obras de notable interés que dormían olvidadas en archivos y bibliotecas al alcance de curiosos o especialistas como puede ser el caso de las recientes “Zoraida di Granata” donizettiana, “le Cendrillon” de N. Isouard o la singular “Piedra del sabio” con música de varios autores (entre ellos Mozart). Sumidos en esta bienvenida “avalancha” lírica, a menudo incurrimos en el error de identificar CD y Ópera olvidando que, al igual que el Ballet o el Teatro, la Ópera es un espectáculo que “vive” sobre las tablas de un escenario. En este sentido el disco o el CD se muestran como soportes insuficientes para atender la naturaleza híbrida de un género capaz de reunir al mismo tiempo a la palabra, la música, el gesto, la danza, el vestuario, la escenografía, etc… Cuando escuchamos “Macbeth”, “Otello” o “El holandés errante” no debemos olvidar que la inspiración musical de gigantes de la Ópera como Verdi o Wagner va indisolublemente unida a su concepción dramática y escénica.
Por otro lado, y sin poner en duda la indudable categoría musical y artística de tantos y tantos registros, no podemos ignorar la artificialidad que conlleva el estudio de Grabación, especialmente en nuestros días, donde la técnica en este campo hace posible cualquier tipo de rectificación o modificación acústica, la grabación de voces o instrumentos por separado o, sin ir más lejos, la inserción de agudos que el cantante no posée (pensemos en el famoso Do4 de un conocido tenor). Todo ello, sí, en busca de una mayor perfección musical pero a costa, en mi opinión, de una cierta adulteración. Quizá a ello se haya debido el evidente incremento de las grabaciones “live”, especialmente de registros históricos, en los que las deficiencias sonoras se ven compensadas por el gran valor interpretativo que poséen y porque en ellos se advierte esa peculiar “atmósfera” de las auténticas veladas operísticas.
Resulta, pues, contradictorio observar la escasa difusión que los soportes audiovisuales siguen teniendo en nuestro pais a pesar de mostrarse quizá como el mejor medio para recoger esa diversidad de aspectos que confluyen en una representación de Ópera. Tanto el VHS como el fenecido Laser Disc no han gozado de una amplia disponibilidad de títulos frente al gran mercado existente en este apartado en paises como Estados Unidos o Japón. Creo sinceramente que poder contemplar a grandes voces como Renata Tebaldi, Mario del Mónaco y Aldo Protti entregándose totalmente en una “Andrea Chenier” capaz de erizar el vello a cualquiera , admirar la inolvidable maestría de Alfredo Kraus en “La hija del Regimiento” o ver la ya histórica “Forza del Destino” con Franco Corelli y Boris Christoff son excepcionales documentos que deberían estar al alcance del verdadero aficionado. Incluso el reciente DVD que aporta tantas ventajas para la difusíon y el disfrute de la Ópera (buen precio, alta calidad de imagen y sonido, posibilidad de variar los ángulos de visión, subtítulos, etc…) y que ya cuenta con un catálogo en el que se incluyen títulos como “Guillermo Tell” (la discutida producción de Luca Ronconi para la Scala), “Ernani” (Sherril Milnes en su mejor momento) o “La donna del lago” (con June Anderson y un excepcional Rockwell Blake) todavía no ha asomado como sería deseable en las tiendas de nuestra geografía frente al nutrido apartado de Films y documentales.
En suma y teniendo siempre en cuenta, por supuesto, que ninguna tecnología puede suplir la experiencia de acudir al Teatro y presenciar en directo una buena representación, me parece interesante reivindicar el formato audiovisual como el mejor medio para conocer y disfrutar del género lírico. Quizá una mayor demanda en este sentido pueda potenciar el mercado existente en España en la actualidad, para beneficio de todos los auténticos amantes de la Ópera.
Mientras tanto conformémonos con “navegar allende los mares” para localizar los “tesoros” operísticos que tanto placer nos proporcionan.
Fuente: http://www.weblaopera.com – Carlos E. Pérez