Como apoyo de un nuevo encuentro de nuestras clásicas Tertulias Digitales en nuestra visita al Teatro Colon, les comparto un muy buen post para poder “bucear” un gran clásico de Clasicos, una de las operas que hemos visto mas veces y que nunca nos dejara de fascinar: ANDREA CHENIER de Umberto Giordano
Umberto Giordano compuso una docena de óperas; sin embargo, sólo se lo recuerda por su Andrea Chénier. Su autor se había acercado a la moda del verismo italiano, esa tendencia al realismo iniciada por Pietro Mascagni a través de su Cavalleria Rusticana que marcó un hito en la historia de la ópera. La obra cumbre de Giordano transcurre durante la Revolución Francesa, y se apoya en un libreto de Luigi Illica, famoso por sus colaboraciones con las obras más difundidas de Giacomo Puccini. Andrea Chénier tuvo su estreno entre nosotros el 3 de julio de 1897, en el Teatro de la Ópera, es decir un año después de su estreno mundial en la Scala de Milán, ocurrido el 20 de marzo de 1896. En nuestro Teatro Colón la obra ingresó el 3 de junio de 1916 con Eduardo Di Giovanni como protagonista, dirigido por Giuseppe Barone. Lo acompañaban Gilda Dalla Rizza en la parte de Maddalena de Coigny. Luego figuró en numerosas temporadas que tuvieron entre sus grandes recreadores del personaje a Miguel Fleta, Beniamino Gigli o en 1960 a Richard Tucker, dirigido por Fernando Previtali al frente de la orquesta y por Ernst Poettgen en la régie. Ya más cerca de nosotros, en 1996, se contó con la dirección orquestal de Miguel Angel Veltri.
VERISMO RELATIVO: Una referencia interesante a los influjos de la época sobre esta atractiva creación de Giordano advierte que ciertos elementos orquestales evocan por una parte a la música francesa de Massenet y Gounod, tanto como a manifiestos elementos dramáticomusicales de Verdi, pero sobre todo a esquemas melódicos y de orquestación vinculados con Puccini. Andrea Chénier es absolutamente contemporánea de La bohème, al haber sido presentadas ambas con tres meses de distancia en 1896. Y es justamente a fines de aquel 1896 cuando Andrea Chénier conoció la consagración internacional, particularmente en Nueva York. El compositor estaba lanzado a la fama. Unas semanas después se casó con Olga Spatz, hija del propietario del Gran Hotel de Milán. Vale la penar recordar que un célebre huésped se alojaba allí regularmente durante el invierno y que mientras Giordano entraba en carrera, ese huésped alcanzó a hacer un minucioso examen de la partitura de Andrea Chénier, a la que dio un afortunado veredicto. Nos referimos nada menos que a Giuseppe Verdi. El éxito de Andrea Chénier fue tan grande que fue representada no sólo por toda Italia sino que fue traducida al alemán, inglés, flamenco, sueco, polaco, finlandés, croata, esloveno y otras lenguas. No hay la menor duda de que la existencia de Chénier, aquel poeta de 32 años muerto en medio de una tormenta revolucionaria, era un tema apasionante para Luigi Illica y a su vez resultó propicio para extraer las mayores posibilidades creativas de Giordano.
LOS PERSONAJES: A través de los personajes de su obra, Andrea Chénier (tenor), Maddalena di Coigny (soprano), Condesa de Coigny (mezzosoprano), Carlo Gérard, sirviente de la familia Coigny (barítono), Roucher, amigo de Chénier (bajo) e Incredibile (tenor), el compositor muestra su capacidad para plasmar una gran intensidad lírica, a lo largo de sus cuatro actos. Abundan los pasajes heroicos con acentos humanitarios. En ese sentido Giordano es generoso, con arias de bravura, pero con otros pasajes donde puede llegar a una expresión lírica y a una orquestación sutil. En el primer acto, que transcurre en el castillo de los condes de Coigny, se desarrolla una fiesta. Entre los invitados se encuentra el poeta Andrea Chénier, quien dedica una oda de amor a Maddalena, la hija de los dueños de casa. Se trata de “Un di all´azzurro spazio”, una de las arias más célebres de la ópera, junto a “Come un bel dì di maggio”. En el tercer acto, se luce el aria de Gérard “Nemico della patria”, propia del momento en que el personaje traiciona sus ideales firmando la acusación contra el poeta. Condenado a muerte, escribe su último poema cuando aparece Maddalena, quien asume la tercera gran aria de la ópera: “La mamma morta”, que recuerda el momento en que su madre es asesinada por los revolucionarios. Maddalena se intercambia con una mujer condenada y llega hasta Chénier para ser ejecutados juntos al grito de “Unidos damos la bienvenida a la muerte”. El compositor busca reflejar una visión de la esperanza y de la redención en el amor a través del canto de los amantes acompañados por la orquesta, que ofrece un himno lento y conmovedor.
Mas detalles en http://teatrocolon.org.ar/sites/default/files/prg_opera_andrea-chenier-b.pdf
Para aquellos que quieran profundizar y conocer mas sobre esta muy pero muy linda opera les recomiendo la lectura de este post en Online Opera Club: