Su piel oscura y una larga melena rizada resaltan aún más unos enormes ojos, con los que se expresa con sinceridad y tranquilidad. “Cuando un niño llega y dice ‘te quiero mucho, tía Jessye’, te das cuenta que hay una comunicación alma con alma. Si ese fuera el lenguaje del universo, cuánta paz habría”, confesó.
Por ello, Norman destacó la importancia del arte, sea cual sea, ya que si la humanidad se entendiera mejor a través de él, “entre hermanos y hermanas, sería maravilloso”.
Bernstein, Gershwin y Duke Ellington, entre otros, así como canciones que lanzaron a la fama a Ella Fitzgerald y Nina Simone, formarán parte del repertorio que la cantante ofrecerá al público colombiano, acompañada por el pianista Mark Markham.
En su primera visita a Bogotá, Norman admitió que apenas ha podido ver la ciudad, de la que le gustaría poder visitar el Museo del Oro o el Museo Botero, “que tuvo una hermosa exposición en el Park Avenue, y me gustaría ver esas obras en su propia casa”.
Lo que no deja de sorprenderle, reconoció, es la música latinoamericana. Pese a confesar que tiene dificultades para distinguir los ritmos de los diferentes países, sí encuentra en ellos “un fuego especial”.
Solista de prestigiosas orquestas como la Filarmónica de Berlín, la de Nueva York o la Sinfónica de Boston, y protagonista de famosas óperas como “Las bodas de Fígaro” o “Carmen”, Jessye Norman opinó que aunque muchos de sus colegas creen que la ópera “es algo elitista”, ella agradece que los tiempos modernos hayan acercado este género a cualquier tipo de persona, de cualquier clase social.
“Es maravilloso que se esté presentando una ópera en La Scala de Milán o en la Metropolitan Opera de Nueva York y, en otra parte, en Alabama, se esté presentando la misma ópera en un teatro, donde están las abuelas, sus hijos y hasta el perrito”, aseveró la artista estadounidense.
Y aunque aconsejó que la música debería ser de estudio obligatorio en todas las escuelas, rehusó dar un consejo sobre cómo llegar a lo más alto. “No sé nada. No doy consejos en abstracto, es algo muy personal. Hay que ver cuánto quieren estudiar y esforzarse”.
E ironizó: “No soy el oráculo griego, pero sé que hay que trabajar muy duro para llegar muy lejos”.
Fundadora de una escuela de música para jóvenes talentos en su ciudad natal, Augusta (Georgia, EE.UU), Norman recordó cómo ese arte puede alejar a los adolescentes de la violencia, y evitar “que se metan en pandillas”.
“No tienen que ser unos genios, sino tener una voz. Pueden expresar su movilidad en la danza, o escribir si tienen sentimientos” o, en el caso de la música, puntualizó, “hablar con esa voz propia que les viene desde dentro”.
Fuente: © EFE 2010