Muchos se han preguntado lo mismo cada vez que como apasionados o simple aficionados vamos a disfrutar del “arte de la buena lírica” en su máxima expresión, a continuación les comparto un post con una buena respuesta a partir de la puesta en escena de “Un ballo in maschera” la ópera de Giuseppe Verdi en su versión sueca >>
Detrás del telón
No menos relevante que el resultado final es lo que ocurre en bambalinas de cara a la producción de una puesta en escena de estas características. En los talleres, salas de ensayo y oficinas administrativas del centenario coliseo, más de 350 personas realizan un trabajo conjunto, que hace que la ópera sea una manifestación artística fascinante y de compleja realización.
Una ópera comienza en el imaginario de su diseñador, y finaliza cuando se realiza el desmontaje de la escenografía. En el medio de este proceso, son muchos los roles que intervienen.
El régisseur es quien diseña el discurso escénico y coordina el equipo de trabajo de los distintos lenguajes intervinientes en el resultado final. Es, en otras palabras, el responsable de todo lo que el público espectador verá sobre el escenario.
Y es aquí donde comienza a gestarse un entramado imposible de llevar adelante sin la dedicación, el esfuerzo y el profesionalismo de cada uno de los participantes.
En estas primeras instancias, el concepto de la ópera de la que se trata es debatido en conjunto entre el régisseur y los distintos diseñadores (director de orquesta, directores de coros, escenógrafo, vestuarista, iluminador, caracterizador, etcétera), a los fines de hallar una forma y establecer diálogos entre estos distintos lenguajes escénicos.
Una ópera comienza en el imaginario de su diseñador, y finaliza cuando se realiza el desmontaje de la escenografía. En el medio de este proceso, son muchos los roles que intervienen.
Los oficios teatrales
Una vez establecidos los acuerdos conjuntos, se procede a definir aspectos técnicos entre los cuales se cuentan, por ejemplo, los planos escenográficos. Es en el Taller de Escenografía donde la ópera comienza a perfilarse. Allí llegan los primeros bocetos y maquetas de lo que será finalmente la escenografía.
A su vez, el escenógrafo es quien define la estética visual del espectáculo y trabaja junto al área técnica que materializa la idea (herreros, carpinteros, electricistas, utileros, traspuntes, tramoyistas, iluminadores, sonidistas, vestuaristas, maquillaje y peinado). En el caso de Un ballo in maschera, el escenógrafo es también quien diseñó el vestuario.
Por otra parte, y al mismo tiempo, el escenógrafo coordina con el encargado del diseño de luces las tareas por realizar. El concepto de iluminación para esta obra se trabajó con dos sectores, como si fuese una iluminación binaria. El espectador va a poder observar momentos en que la escenografía mostrará una cara iluminada y la otra oscura.
Un ballo in maschera presenta un tema complejo que es el enmascaramiento, el poder, la conspiración, la duda, la oscuridad, la ambigüedad de lo que se dice y lo que se hace; hay algo muy especial entre lo que se muestra y lo que se oculta.
El vértigo de la escena
Mientras tanto, en las diferentes salas de ensayo del teatro, la orquesta, los coros y los cantantes solistas trabajan individualmente la partitura musical y los textos, hasta comenzar los ensayos parciales en el escenario aún desnudo, es decir, sin la escenografía montada.
Por su parte, el equipo técnico se ocupa de montar la escenografía en los tiempos en que no están previstos ensayos sobre el escenario. Con energía y coordinación se trasladan objetos, se ajustan detalles, se sincroniza el sistema de luces.
También es vertiginoso el trabajo que se realiza en el área de vestuario, al ser cientos los trajes a medida que deben confeccionarse para los protagonistas.
Otro de los roles que intervienen en Un ballo in maschera, y que enriquecerá el espectáculo, es el de la persona encargada de realizar el sobretitulado de los textos –originariamente escritos en italiano–, que se proyectarán en idioma español durante las funciones, para que ningún espectador se pierda la trama de la obra.
Los intérpretes
Si bien Un ballo in maschera remite a un relato situado en tiempo y espacio –la Suecia monárquica y absolutista de Gustavo III, fines de siglo XVIII–, la propuesta escénica actual adquiere un estado autónomo con el fin de poder articular con la concepción verdiana y nuestro presente.
Hay que destacar que, a diferencia de otras óperas, Un ballo in maschera consta de cinco roles protagónicos de voces muy diferentes (tenor, barítono, soprano, mezzosoprano y soprano ligera). Es la única obra de Giuseppe Verdi en la que hay un rol de un personaje travestido: una mujer en el rol de un varón.
Los roles solistas estarán interpretados por Ignacio Guzmán (tenor) como Gustavo III; Mauro Espósito (barítono) como el Conde Anckarström; Jacqueline Cohen (soprano) interpretará a Amelia; Alejandra Malvino (contralto) será la adivina Madame Arvidson, y Fabiola Masino (soprano) estará en el papel de Oscar.
La dirección musical es de Hadrian Avila Arzuza; la dirección de escena está a cargo de Felipe Hirschfeldt; la escenografía y el vestuario son de Santiago Pérez, y el diseño de iluminación pertenece a Franco Muñoz.
Completan el elenco los solistas Roy David Pullen Llermanos, Evert Formento, Ángel Carranza, Daniel Asrín y Franco Spinetti.
FUENTE : lavoz.com.ar